DATOS DE LA OBRA LITERARIA
TÍTULO DE LA OBRA:
AUTOR:
ESCUELA LITERARIA:
ÉPOCA:
GÉNERO LITERARIO:
ESPECIE LITERARIA:
FORMA DE EXPRESIÓN:
DATOS DEL AUTOR
JOSÉ MARÍA ARGUEDAS
(Biografía)
José María Arguedas nació en Andahuaylas, Abancay, el 18 de enero de 1911. Sus padres fueron: Víctor Manuel Arguedas y Victoria Altamirano. En 1914, murió su madre Victoria; José María y sus hermanos se fueron a vivir con su abuela María Teresa. En 1917, su padre se casó con la hacendada Grimanesa Arangoitia y el niño Arguedas se fue a vivir con su madrastra, quien lo maltrató constantemente. En 1921, se escapó con su hermano Arístedes de la casa de su madrastra. En 1923, viajó con su padre por Ayacucho, Ica, Arequipa, Cuzco y Abancay. En 1930, a los 20 años ingresó a la Facultad de Letras, de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. En 1935, publicó su libro de cuentos "Agua". En 1937, fue a la cárcel El Sexto por sus ideas políticas. En 1941, salió a la luz su primera novela "Yawar Fiesta". En 1954, publicó su obra "Diamantes y Pedernales". En 1957, sustenta su tesis "La evolución de las Comunidades Indígenas" para recibirse de etnólogo. En 1958, José María publicó su mejor novela "Los Ríos Profundos". En 1961, apareció su novela corta "El Sexto". En 1963, fue nombrado director de la Casa de la Cultura y al año siguiente salió la novela "Todas las Sangres". En 1967, contrajo matrimonio con la señorita Sybila Arredondo. El 28 de noviembre de 1969, se metió un balazo en el baño de la Universidad La Molina, pero luego de una larga agonía, falleció el 2 de diciembre.
PRODUCCIÓN LITERARIA
NOVELA:- Yawar Fiesta (1935)
- Diamantes y Pedernales (1954)
- Los Ríos Profundos (1954)
- El Sexto (1959)
- Todas las Sangres (1964)
- El Zorro de Arriba y el Zorro de Abajo (1971)
CUENTO:- Agua (1935)
- Runa Rupay (1939)
- Amor, mundo y todos los cuentos
- Los Cuentos Olvidados (1952)
- El Sueño del Pongo (1965)
POESÍA:
- Yawar Fiesta (1935)
- Diamantes y Pedernales (1954)
- Los Ríos Profundos (1954)
- El Sexto (1959)
- Todas las Sangres (1964)
- El Zorro de Arriba y el Zorro de Abajo (1971)
- Agua (1935)
- Runa Rupay (1939)
- Amor, mundo y todos los cuentos
- Los Cuentos Olvidados (1952)
- El Sueño del Pongo (1965)
LES PRESENTO A J.M. ARGUEDAS:
LOS RÍOS PROFUNDOS
(José María Arguedas)
Consta de XI capítulos:
Capítulo I: EL VIEJO
Catedral del Cuzco.
El relato empieza cuando el narrador (Ernesto) cuenta su llegada al Cuzco, acompañando a su padre Gabriel, quien era abogado y viajaba continuamente buscando dónde ejercer su profesión. En la antigua capital de los incas visitan a un pariente rico al que conocen como el Viejo, para solicitarle alojamiento y trabajo, pero éste resulta un tipo avaro, tosco y con fama de explotador, por lo que deciden abandonar la ciudad y buscar otros rumbos. Pero antes pasean por la ciudad. Ernesto se deslumbra ante los majestuosos muros de los palacios de los incas, cuyas piedras finamente talladas y perfectamente encajadas le parecen que se mueven y hablan. Luego pasan frente a la iglesia de la Compañía y visitan la Catedral, donde oran frente a la imagen del Señor de los Temblores. Allí se encuentran nuevamente con el Viejo, quien estaba acompañado de su sirviente indio o pongo, símbolo de la raza explotada. Ernesto no puede contener el desagrado que le produce el Viejo y lo saluda secamente.
Capítulo II: LOS VIAJES
Cuenta anécdotas curiosas que les toca vivir a ambos en algunos pueblos. Llegan por ejemplo, a un pueblo cuyos niños salían al campo a cazar aves para que no causaran estragos en los trigales. En ese mismo pueblo, había una cruz grande en la cima de un cerro, que durante una festividad religiosa era bajada por los indios en hombros. En otra ocasión llegan a Huancayo, donde casi se mueren de hambre pues sus habitantes, que odiaban a los forasteros, impidieron que los litigantes (clientes) fueran a verles. En otro pueblo, las personas les miran con rabia, a excepción de una joven alta y de ojos azules, que parecía más amigable. Ernesto se venga en esa ocasión cantando huaynos a todo pulmón en las esquinas. En Huancapi, cerca de Yauyos, contempla cómo unos loros que se posaban en los árboles son muertos a balazos por unos tiradores, siendo lo extraño, que dichas aves no se animaran a alzar vuelo y cayeran así mansamente, una tras otra. De allí pasan a Cangallo y siguen hacia Huamanga, por la pampa de los Morochucos, célebres jinetes, de quienes se decía que eran descendientes de los almagristas.
Capítulo III: LA DESPEDIDA
El padre de Ernesto, también le promete que le matricularía en un colegio. Llegan pues a Abancay y se dirigen a la casa del notario, pero éste resultó ser un hombre enfermo y ya inútil para el trabajo, y para colmo, con una mujer e hijos pequeños. Descorazonado, el padre de Ernesto, prefiere alojarse en una posada, donde coloca su placa de abogado. Pero los clientes no llegan y entonces decide reemprender sus viajes. Pero, esta vez, ya no le podrá acompañar Ernesto, pues ya estaba matriculado de interno en un colegio de religiosos de la ciudad, cuyo director era el Padre Linares. Su decisión se apresura cuando un tal Joaquín, un hacendado de Chalhuanca, llega a Abancay a solicitarle sus servicios profesionales. Ernesto se despide entonces de su padre y se queda en el internado.
Capítulo IV: LA HACIENDA
La vida de los indios de la hacienda colindante a Abancay, Patibamba, a donde solía ir los domingos tras salir del internado, pero a diferencia de los indios con quienes había pasado su niñez, estos parecían muy huraños y vivían encerrados. Relata también las misas oficiadas por el Padre, y como éste predicaba el odio hacia los chilenos y el desquite de los peruanos por la guerra de 1879 (recordemos que eran los años de 1920), en plena tensión peruano-chilena por motivo del litigio por Tacna y Arica) y elogiaba a la vez a los hacendados, a quienes calificaba como el fundamento de la patria, pues eran, según su juicio, los pilares que sostenían la riqueza nacional y los que mantenían el orden.
Capítulo V: PUENTE SOBRE EL MUNDO
El río cercano a Abancay, sobre el cual los conquistadores españoles construyeron un puente de piedra y cal que hasta hoy sobrevive. con la esperanza de poder encontrar a algún indio colono de la hacienda, Ernesto aprovecha los domingos para visitar Huanupata, el barrio alegre de Abancay, poblado de chicherías, arrabal pestilente donde también se podían encontrar mujeres fáciles. Para su sorpresa no encuentra a ninguno de los colonos, y solo ve a muchos forasteros y parroquianos. De todos modos continua frecuentando dicho barrio, pues los fines de semana iban allí músicos y cantantes a tocar arpa y violín y cantar huaynos, lo que le recordaba mucho a su tierra. Luego pasa a describir la vida en el internado; en primer lugar cuenta como el Padre organizaba a los alumnos en dos bandos, uno de "peruanos" y otro de "chilenos" y los hacía enfrentarse en el campo, a golpes de puño y empellones, como una manera de "incentivar" el espíritu patriótico. Luego menciona a los alumnos, refiriéndose sobre sus orígenes y características: el Lleras y el Añuco, que eran los más abusivos y rebeldes de los alumnos; el Palacitos, el de menor edad, y a la vez el más tímido y débil de todos; el Romero, el Peluca y otros más. También se menciona a una joven demente, la opa Marcelina, que era ayudante en la cocina y que solía ser desnudada y abusada sexualmente por los alumnos mayores, sobre todo por el Lleras y el Peluca. El Lleras incluso trata de forzar al Palacitos para que tenga relaciones sexuales con la opa, mientras ésta era sujetada en el suelo con el vestido levantado hasta el cuello. El Palacitos se resiste, llorando y gritando. El Romero, hastiado de los abusos del Lleras, le reta a pelear, pero el encuentro no se produce.
Capítulo VI: ZUMBAYLLU
Para los mayores solo se trata de un juguete infantil pero los más chicos ven en ello un objeto mágico, que hace posible que todas las discusiones queden de lado y surja la unión. Ántero le regala su zumbayllu a Ernesto y se vuelven desde entonces muy amigos. Ya con la confianza ganada, Ántero le pide a Ernesto que le escriba una carta de amor para Salvinia, una chica de su edad a quien describe como la niña más linda de Abancay. Luego, ya en el comedor, Ernesto discute con Rondinel, un alumno flaco y desgarbado, quien le reta a una pelea para el fin de semana. Lleras se ofrece para entrenar a Rondinel mientras que Valle alienta a Ernesto. En la noche, los alumnos mayores van al patio interior; allí el Peluca tumba a la opa Marcelina y yace con ella. De lejos, Ernesto ve que el Lleras y el Añuco amarran sigilosamente algo en la espalda del Peluca. Cuando éste vuelve al dormitorio, Ernesto y el Pampachirino se espantan al ver unas tarántulas o apasankas atadas en su saco, pero los otros internos se ríen; el mismo Peluca arroja y aplasta sin temor a los bichos.
Capítulo VII: EL MOTÍN
A la mañana siguiente, Ernesto le entrega a Ántero la carta que escribió para Salvinia; Ántero la guarda sin leerla. Luego le cuenta a su amigo su desafío con Rondinel. Ántero se ofrece para amistarlos y lo logra, haciendo que los dos rivales se den la mano. Luego, todos se van a jugar con los zumbayllus. Al mediodía escuchan una gritería en las calles y divisan a un tumulto conformado por las chicheras del pueblo. Algunos internos salen por curiosidad, entre ellos Ántero y Ernesto, que llegan hasta la plaza, la que estaba copada por mujeres indígenas que exigían que se repartiera la sal, pues a pesar de que se había informado que dicho producto estaba escaso, se enteraron que los ricos de las haciendas las adquirían para sus vacas. Encabezaba el grupo de protesta una mujer robusta llamada doña Felipa, quien conduce a la turba hacía el almacén, donde encuentran 40 sacos de sal cargados en mulas. Se apoderan de la mercancía y lo reparten entre la gente. Felipa ordena separar tres costales para los indios de la hacienda de Patibamba. Ernesto la acompaña durante todo el camino hacia dicha hacienda, coreando los huaynos que cantaban las mujeres. Reparten la sal a los indios, y agotado por el viaje Ernesto se queda dormido. Al anochecer le encuentra allí Ántero, quien le cuenta que el Padre Linares estaba furioso por su ausencia. Ambos van a la alameda a visitar a Salvinia y a su amiga Alcira; esta última estaba interesada en conocer a Ernesto, según Ántero. Pero al llegar solo encuentran a Salvinia, quien se despide al poco rato pues ya era tarde. Ántero y Ernesto vuelven al colegio.
Capítulo VIII: QUEBRADA HONDA
Ya en el colegio Ernesto es llevado por el Padre a la capilla. Luego de azotarlo el Padre le interroga severamente. Ernesto se atreve a responderle que solo había acompañado a las mujeres para repartir la sal a los pobres. El Padre le replica diciéndole que aunque fuese por los pobres se trataba de un robo. Finalmente castiga a Ernesto prohibiéndole sus salidas del domingo. Al día siguiente Ernesto acompaña al Padre al pueblo de los indios de la hacienda. El Padre se sube a un estrado y empieza a sermonear a los indios en quechua. Les dice que todo el mundo padece, unos más que otros, pero que nada justifica el robo, que el que roba o recibe lo robado es igual condenado. Pero se alegraba que ellos hubieran devuelto la mercancía y que ahora la recibieran en mayor cantidad. Ante esta prédica ardiente las mujeres rompen en llanto y todos se arrodillan. No lo vuelvan a hacer más; después supieron que aquella misma noche huyó del colegio. El Añuco también se alista para irse del colegio, aunque reconciliado con todos. El Palacitos se alegra pues cree que con la reconciliación ya no ocurrirían más desgracias en el pueblo.
Capítulo IX: CAL Y CANTO
A la ciudad llega un regimiento de soldados para reprimir a las indias revoltosas. Los soldados ocupan las calles u plazas. Instalan el cuartel en un edificio abandonado. Ernesto pide al Padre que lo dejara regresar donde su papá, pero el Padre se niega, dándole permiso en cambio para salir el sábado a la ciudad, con el Ántero. Ernesto le pide al Romerito que por medio del canto de su rondín envíe un mensaje a su padre. Los alumnos comentan los chismes de la ciudad: las chicheras capturadas son azotadas en el trasero desnudo, y al responder a los militares con su lengua soez, les meten excremento en la boca. Cuentan también que doña Felipa y otras chicheras habían huido cruzando el puente del Pachachaca, donde dejaron a una mula degollada, con cuyas tripas cerraron el paso atándola a los postes. La cabecilla dejó su rebozo en lo alto de una cruz de piedra, a manera de provocación. Al acercarse los soldados, estos reciben disparos de lejos y no se atreven por lo pronto a perseguirlas, pues las chicheras ya iban con ventaja. Se coloca el rebozo con alegría y continua siguiendo al Padre Augusto, quien iba a dar misa a Ninabamba, una hacienda aledaña. Ernesto retorna a la ciudad y ya al atardecer regresa al colegio donde se entera que al día siguiente partiría Añuco hacia el Cuzco.
Capítulo X: YAWAR MAYU
Los alumnos se enteran que la banda del regimiento dará retreta en la plaza de la ciudad después de la misa del día siguiente, domingo. El Chipro reta al Valle a pelear ese día. Van todos a ver la retreta en la plaza. La banda militar la conforman reclutados que tocan instrumentos musicales de metal; el Palacitos estalla de alegría al reconocer en el grupo al joven Prudencio, de su pueblo natal. Al local ingresa ingresa luego un cantor, que había llegado a la ciudad acompañando a un kimichu (indio recaudador de limosnas para la Virgen(; Ernesto recuerda haberlo visto, años atrás, en el pueblo de Aucará, durante una fiesta religiosa. Conversan ambos. El cantor dice llamarse Jesús Waranka Gabriel y relata su vida errante. Ernesto le invita un picante. Una moza empieza a cantar una canción en la que ridiculiza a los guardias, apodados "guayruros" (frijoles) por el color de su uniforme (rojo y negro). No queriendo turbar su breve rato de alegría, Ernesto la deja y sigilosamente baja de la torre y retorna al colegio.
Capítulo XI: LOS COLONOS
Los guardias que fueron en persecución de doña Felipa no logran capturarla. Poco después los militares se retiran de la ciudad y la Guardia Civil ocupa el cuartel. Ernesto no entiende a muchas señoritas de la ciudad, quienes se habían deslumbrado con los oficiales y lloraban su partida. Supera a todos en diversas disciplinas deportivas. Solo al Romero no logra ganarle en salto. Desde entonces Ántero y Gerardo no Volvieron a hablar con Ernesto. Éste entierra el zumbayllu en el patio interior del colegio, sintiendo profundamente el cambio de Ántero, a quien compara con una bestia repugnante. Libre al fin y ya en la calle, Ernesto decide ir primero a la hacienda Patibamba, la más cercana a Abancay, para ver a los colonos. Al cruzar la ciudad, la encuentra solitaria y con todos los negocios cerrados. Entra en una casa y encuentra a una anciana enferma echada en el suelo, abandonada por su familia y esperando la muerte. Al día siguiente se levanta temprano y parte, esta vez ya definitivamente, de la ciudad. Se da tiempo de dejar una nota de despedida en la puerta de la casa de Salvinia, junto con un lirio. Cruza el puente del Pachachaca y contempla las aguas que purifican al llevarse los cadáveres a la selva, el país de los muertos, tal como debieron arrastrar el cuerpo del Lleras. Así concluye el relato.
OBRA TEATRAL DE LOS RÍOS PROFUNDOS:
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PERSONAJES:
- PRINCIPALES:
- SECUNDARIOS:
GABIEL, PADRE DE ERNESTO: Abogado de profesión. Recorre con su hijo Ernesto gran parte de la sierra del Perú ejerciendo su trabajo de abogado.
EL VIEJO: Tío de Ernesto y su nombre es Manuel Jesús. Gran terrateniente que se caracteriza por ser avaro, violento y prepotente.
LA OPA MARCELINA: Mujer demente que es recogida por los padres y que es ayudante de cocina. Es de contextura gruesa y de baja estatura. Muere de tifo.
PADRE LINARES: Director del colegio donde estudia Ernesto y es de edad avanzada.
PADRE CÁRDENAS: Docente del colegio y le encanta el deporte. Es de porte atlético.
DOÑA FELIPA: Líder de las chicheras. Mujer de contextura robusta, de grandes senos. Tiene la cara picada de viruela.
LOS COLONOS: Indios que trabajan como contratados en la hacienda de Patibamba.
AÑUCO: Compañero de colegio de Ernesto que tiene 14 años. Huérfano y amigo del Lleras, con quien hace muchas mataperradas en el colegio y en la calle.
LLERAS: Huérfano, amigo y protector del Añuco. Se caracteriza por ser altanero, violento y abusivo con sus compañeros de colegio. Es pésimo en los estudios, pero le encanta los deportes.
ANTERO SAMANEZ: Compañero de Ernesto. Es un muchacho que tiene cabellos rubios e hijo de un hacendado. Sus compañeros le dicen Markaska por su lunar que tiene en su frente. Antero es el que lleva al colegio el trompo o zumbayllu.
PALACIOS: Compañero pequeño de Ernesto que proviene de una comunidad indígena. Le llaman el "indio Palacios". Es humilde y es maltratado física y psicológicamente por el abusivo Lleras y otros compañeros de estudios.
ROMERO: Muchacho de porte atlético y gran estatura que sobresale en salto y en los deportes. Toca muy bien el rondín y le encanta cantar huaynos. Defensor de sus compañeros débiles ante la agresión de Añuco y el Lleras.
CHAUCA: Compañero de Ernesto de 16 años de edad. Es de contextura delgada. Vive obsesionado por la opa Marcelina.
PELUCA: Muchacho de 20 años e hijo de un peluquero. Es de contextura corpulenta, pero cobarde. Siente una obsesión enfermiza por la opa Marcelina, quien la obliga tener relaciones sexuales.
VALLE: Estudiante elegante que le gusta la lectura. Cursa el quinto año de secundaria y se caracteriza por ser muy enamorador ya que en la calle está siempre rodeado de bellas chicas.
RONDONIEL: Alumno de contextura delgada y de piel blanca. Le reta a una pelea a Ernesto por envidia, pero se amistan.
HERMANO MIGUEL: Profesor y entrenador de los estudiantes. Es de raza negra y se pelea con el Llera.
GERARDO: Piurano e hijo del comandante de la Guardia Civil que llega a Abancay para sofocar el levantamiento de las chicheras. Es deportista, amiguero y le encanta conquistar a las muchachas.
SALVINIA: Alumna del Colegio Nacional de las Mercedes que tiene 12 años y es enamorada de Antero.
ALCIRA: Amiga íntima de Salvinia de 12 años. Ella tiene una hermosa cabellera y una mirada muy triste.
ALCILLA: Amigo del padre de Ernesto y notario público de la ciudad de Abancay.
PRUDENCIO: Amigo entrañable de Palacitos. Es soldado y músico de la banda militar.
TEMA:
- TEMA PRINCIPAL:
- TEMAS SECUNDARIOS:
⧫ La violencia racial y social.
⧫ El sistema dominante y opresivo de la educación.
⧫ Plena identificación con el mundo andino
⧫ Abuso. Falta de decisión. Pobreza. Solidaridad. Amor.
La inserción involuntaria de Ernesto al Mundo de los Blancos ("cargado de monstruos y de fuegos"), su desarraigo en este escenario conflictivo y violento, y su combate para sobrevivir, reasumiendo su pasado feliz a través de los recuerdos.
VALORES DE LA OBRA:
VALOR LITERAIO:
VALOR HUMANO:
VALOR CULTURAL:
MENSAJE:
LA OBRA COMPLETA EN PDF:
EL VIEJO
(fragmento)
Corrí a ver el muro.
Formaba esquina. Avanzaba a lo largo de una calle ancha y continuaba en otra angosta y más oscura, que olía a orines, Esa angosta calle escalaba la ladera. Caminé frente al muro, piedra tras piedra, Me alejaba unos pasos, lo contemplaba y volvía a acercarme, Toqué las piedras con mis manos; seguí la línea ondulante, imprevisible, como la de los ríos, en que se juntan los bloques de roca, En la oscura calle, en el silencio, el muro parecía vivo; sobre la palma de mis manos llameaba la juntura de las piedras que había tocado.
No pasó nadie por esa calle, durante largo rato. Pero cuando miraba, agachado una de las piedras, apareció un hombre por la bocacalle de arriba. Me puse de pie, Enfrente había una alta pared de adobes, semiderruida, Me arrimé a ella, El hombre orinó, en media calle, y después siguió caminando, "Ha de desaparecer -pensé-. Ha de hundirse". No porque orinara, sino porque contuvo el paso y parecía que luchaba contra la sombra del muro; aguardaba instantes, completamente oculto en la oscuridad que brotaba de las piedras. Me alcanzó y siguió de largo siempre con esfuerzo. Llegó a la esquina iluminada y volteó. Debió de ser un borracho.
No perturbó su paso el examen que hacía del muro, la corriente que entre él y yo iba formándose. Mi padre me había hablado de su ciudad nativa, de los palacios y templos, y de las plazas, durante los viajes que hicimos, cruzando el Perú de los Andes, de oriente a occidente y de sur a norte. Yo había crecido en esos viajes.
Cuando mi padre hacia frente a sus enemigos, y más, cuando contemplaba de pie las montañas, desde las plazas de los pueblos, y parecía que de sus ojos azules iban a brotar ríos de lágrimas que él contenía siempre, como con una máscara, yo meditaba en el Cuzco. Sabía que al fin llegaríamos a la gran ciudad. "¡Será para un bien eterno!", exclamó mi padre una tarde, en Pampas, donde estuvimos cercados por el odio.
Eran más grandes y extrañas de cuanto había imaginado las piedras del muro incaico; bullían bajo el segundo piso encalado que por el lado de la calle angosta, era ciego. Me acordé, entonces, de las canciones quechuas que repiten una frase patética constante: "yawar mayu", río de sangre; "yawar unu", agua sangrienta; "puk'tik yawar k'ocha", lago de sangre que hierve; "yawar wek'e", lágrimas de sangre. ¿Acaso no podría decirme "yawar rumi", piedra de sangre, o "puk'tik yawar rumi", piedra de sangre hirviente? Era estático el muro, pero hervía por todas sis líneas y la superficie era cambiante, como la de los ríos en el verano, que tienen una cima así, hacia el centro del caudal, que es la zona terrible, más poderosa. Los indios llaman "yawar mayu" a esos ríos turbios, porque muestran con el sol un brillo en movimiento, semejante al de la sangre. También llaman "yawar mayu" al tiempo violento de las danzas guerreras, al momento en que los bailarines luchan.
-¡Puk'tik, yawar rumi! -exclamé frente al muro, en voz alta.
Y como la calle seguía en silencio, repetí la frase varias veces.
Mi padre llegó en ese instante a la esquina. Oyó mi voz y avanzó por la calle angosta.
-El Viejo ha clamado y me ha pedido perdón -dijo-. Pero sé que es un cocodrilo. Nos iremos mañana. Dice que todas las habitaciones del primer patio están llenas de muebles, de costales y de cachivaches; que ha hecho bajar para mí la gran cuja de su padre. Son cuentos. Pero yo soy cristiano, y tendremos que oír misa, al amanecer, con el Viejo, en la catedral. Nos iremos en seguida. No veníamos al Cuzco; estamos de paso a Abancay. Seguiremos viaje. Este es el palacio de Inca Roca. La Plaza de Armas está cerca. Vamos despacio. Oremos también a ver el templo de Acllahuasi. El Cuzco está igual. Siguen orinando aquí los borrachos y los transeúntes. Más tarde habrá aquí otras fetideces... Mejor es el recuerdo. Vamos.
-Dejemos que el Viejo se condene -le dije-, ¿Alguien vive en este palacio de Inca Roca?
-Desde la Conquista.
-¿Viven?
-¿No has visto los balcones?
La construcción colonial, suspendida sobre la muralla, tenía la apariencia de un segundo piso. Me había olvidado de ella. En la calle angosta, la pared española, blanqueaba, no parecía servir sino para dar luz al muro.
-Papá -le dije-. Cada piedra habla. Esperemos un instante.
-No oiremos nada. No es que hablan. Estás confundido. Se trasladan a tu mente y desde allí te inquietan.
-Cada piedra es diferente. No están cortadas. Se están moviendo.
Me tomó del brazo.
-Dan la impresión de moverse porque son desiguales, más que las piedras de los campos. Es que los incas convertían en barro la piedra. Te lo dije muchas veces.
-Papá, parece que caminan, que se revuelven, y están quietas.
Abracé a mi padre. Apoyándome en su pecho contemplé nuevamente el muro.
-¿Viven adentro del palacio? -volví a preguntarle.
-Una familia noble
-¿Cómo el Viejo?
-No. Son nobles, pero también avaros, aunque no como el Viejo. ¡Como el Viejo no! Todos los señores del Cuzco son avaros.
-¿Lon permite el Inca?
-Los incas están muertos.
-Pero no este muro. ¿Por qué no lo devora, si el dueño es avaro? Este muro puede caminar;
podría elevarse a los cielos o avanzar hacia el fin del mundo y volver. ¿No temen quienes viven adentro?
-Hijo, la catedral está cerca. El Viejo nos ha trastornado. Vamos a rezar.
-Dondequiera que vaya, las piedras que mandó formar Inca Roca me acompañarán. Quisiera hacer aquí un juramento.
-¿Un juramento? Estás alterado, hijo. Vamos a la catedral. Aquí hay mucha oscuridad.
Me besó en la frente. Sus manos temblaban, pero tenían calor.
ANÁLISIS:
CONVERSACIÓN:
💬 ¿Qué te gustó?
💬 ¿Qué no te gustó?
💬 ¿Qué te desconcertó?
💬 ¿Lo que leíste te hizo recordar algo?
💬 ¿Has leído alguna vez una historia parecida?
💬 ¿Has visto una imagen u objeto parecido?
💬 ¿Qué le dirías a un amigo sobre este libro?
💬 ¿Cuántas historias diferentes encuentras en esta historia?
💬 ¿En cuánto tiempo crees que transcurre la historia?
💬 ¿Qué personaje te interesó más?
💬 ¿Dónde ocurrió la historia?
🙋 ¿Quién narra este relato?
🙋 ¿Dónde sucede lo que cuenta?
🙋 ¿Cómo describirías a los personajes?
🙋 ¿Cómo describe el narrador el muro inca? Cita algunas frases del fragmento.
🙋 ¿De qué conversan padre e hijo y qué reflexiones comparten? Menciona algunas que llame tu atención.
🙋 ¿Qué tipo de tensiones sociales revela la mención de los distintos personajes?
🙋 ¿Cómo transcurre el tiempo en este episodio y qué efecto tiene en el lector?
🙋 ¿De qué modo este relato te hizo pensar acerca de nuestra cultura y nuestra sociedad?
🙋 ¿Qué imagen de país nos brinda José María Arguedas a través de la mirada de Ernesto?
MI DIARIO DE LECTURA:
✍ Investiga:
¿Quién fue José María Arguedas? ¿Dónde creció, qué idiomas hablaba y en qué contextos las usó? Además de ser escritor. ¿a qué otras actividades se dedicó a lo largo de su vida? ¿Qué nos enseña su obra sobre la diversidad cultural en el Perú? Redacta una semblanza que reúna esta información.
✍ Las vivencias y costumbres de un pueblo las vemos reflejadas, entre otras, en sus piezas de arte, en su arquitectura y en su literatura, ¿Qué relatos, canciones o poemas conoces que te hayan hablado de las memorias de un pueblo? Transcríbelos y compáralos con tus compañeros.
✍ Ernesto da vida al muro con adjetivos y comparaciones. Describe algún elemento importante de tu entorno dándole vida con estos mismos recursos.
✍ Escribe, en un texto testimonial, el encuentro con algo que haya marcado tu visión sobre el Perú.
RETO:
💬 ¿Por qué crees que padre e hijo ven al muro inca de forma distinta?
👪 Conversa con tu familia sobre tus primeros descubrimientos: la primera papilla, tus primeros pasos, los primeros libros con los que aprendiste a leer, tu primer día en el colegio, tu primer viaje y otros más que tu familia recuerde.
Puedes hacer estas preguntas a tu familia:
¿Recuerdan mis primeros aprendizajes?, ¿Cuáles fueron?, ¿Qué me gustaba hacer de pequeña o pequeño?, ¿Qué cosas, objetos, seres, etc., de la naturaleza me llamaban más la atención?, ¿Qué cosas, objetos, seres, etc., de nuestra casa o del entorno me llamaban más la atención?, ¿Recuerdan alguno de mis objetos favoritos?, ¿Cómo lo conocí?, ¿Cómo se convirtió en mi favorito?, ¿Recuerdan qué cosa no me gustaba de pequeño?, ¿Saben cómo descubrí que no me gustaba?, ¿Qué lugar de la naturaleza me gustaba más?, ¿Cómo llegué a conocerlo?
Toma apuntes de todas las respuestas.
✍ Elabora en tu cuaderno de recuerdos y una caja donde guardes tus primeros recuerdos. Pueden ser fotos, objetos, o puedes escribir, recordar o dibujar cómo te imaginas que fueron esos momentos: tu primera papilla, tus primeros pasos, los primeros libros con los que aprendiste a leer, tu primer día en el colegio, tu primer viaje, etc.
📖 ¿Cómo elaborar tu cuaderno de recuerdos?
Con la ayuda de tu familia busca fotos y objetos que se relacionen con esos momentos que acaban de recordar. Si no cuentan con ellos, no hay problema: el mejor álbum de fotos es la memoria familiar. Puedes hacer un dibujo o una foto del recuerdo que encontraste, si es un recuerdo físico, y acompañarlo con un texto que explique por qué lo elegiste. Ahora si tu recuerdo no es físico, sino más bien una vivencia y no tienes una foto, puedes dibujarlo y acompañarlo con un texto en el que expliques por qué lo elegiste. Estos recuerdos debes escribirlos tú, desde lo que tú recuerdas. También puedes pedirles a tus familiares que te cuenten las anécdotas y tú las escribes.
📦 ¿Cómo elaboras tu caja de recuerdos?
Busca una caja de cartón en casa. Puede ser una caja de zapatos, de algún artefacto o de otra cosa que hayan traído antes. Decórala como prefieras: con ayuda de colores, plumones, papeles de color, tijeras y goma. Le puedes poner un nombre, si así lo deseas. Luego, guarda todas las fotos, objetos, escritos y dibujos en tu caja de recuerdos. Mantenla en un lugar seguro para que luego sigas incluyendo nuevas fotos y objetos que te recuerden tus nuevos descubrimientos.
Comparte con tu familia los recuerdos que tienes y las memorias que escribiste en tu cuaderno.
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